EL FUTURO DEL TRABAJO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE.
¿CÓMO AVANZAR HACIA PENSIONES SOSTENIBLES PARA SOCIEDADES MÁS LONGEVAS?
Parte 3. Participación de la mujer, de los adultos mayores y las tasas de interés.
La participación de la mujer en el mercado laboral es de gran importancia para aumentar la cobertura y aligerar el peso del cambio demográfico en los sistemas de pensiones y en la sociedad en su conjunto, además de promover el desarrollo económico y remediar inequidades sociales históricas. En América Latina y el Caribe, la brecha en la participación laboral femenina ha disminuido en las últimas décadas. Sin embargo, las mujeres aún enfrentan barreras estructurales que les impiden participar plenamente en el mercado laboral, con implicaciones para los sistemas de pensiones, mismas barreras que se explican por factores como: la función tradicional de la mujer como principal cuidadora de los menores y encargada de las tareas del hogar lo que lleva a periodos más prolongados de inactividad laboral.
Otro factor importante es la subrepresentación de las mujeres en el empleo remunerado, ya que, si bien trabajan alrededor de 54 horas a la semana, sólo 19 de esas horas son remuneradas; aunado a que, los ingresos laborales de las mujeres son en promedio un 24% mas bajos que los de los hombres. De hecho, en América Latina y el Caribe, alrededor del 63% del tiempo dedicado al cuidado no remunerado de adultos mayores corresponde a las mujeres, lo cual hace que tengan menos probabilidades de trabajar y que soporten la doble carga del trabajo.
Las brechas laborales se suman a la mayor expectativa de vida y menor edad efectiva de retiro de las mujeres. Esta combinación de factores explica las importantes diferencias que enfrentan las mujeres tanto a nivel de cobertura como de suficiencia pensional. Solo el 36% de las mujeres mayores de 65 años de la región obtienen una pensión contributiva vs. 44% en el caso de los hombres. Esta brecha trata de compensarse a través de las pensiones no contributivas, las cuales están más concentradas en las mujeres. Sin embargo, en la cobertura total (que combina pensiones contributivas y no contributivas) todavía se tiene una brecha de un 4% a favor de los hombres. Con relación a las brechas en los montos de las pensiones contributivas, si bien se ha visto una disminución en los últimos años, todavía alcanzaba valores promedio del 20% en el quinquenio 2016-2020 en favor de los hombres.
Las causas de la brecha de género en lo que respecta a ingresos de jubilación son diversas. Además de los factores relacionados con el empleo, existen deficiencias en el diseño de los sistemas de pensiones, tales como: falta de mecanismos de indexación ante mayor esperanza de vida, ausencia de herramientas compensatorias durante la maternidad, y el cuidado de niños o adultos mayores.
Participación de los adultos mayores:
Un porcentaje importante de personas mayores continúa ligado al mercado laboral a pesar de haber superado la edad de jubilación. En América Latina y el Caribe, la participación laboral promedio de los adultos mayores es de 36% para hombres y de 17% para mujeres, niveles significativamente superiores al 16% y 8% que se observa en países OCDE. Bolivia y Perú tienen la mayor participación laboral de dicho grupo, mientras que Chile y Uruguay presentan las menores tasas.
Las personas mayores con bajos niveles de educación presentan más altos niveles de participación laboral. Los motivos de una mayor permanencia son variados. Sin embargo, existe una estrecha relación entre la participación laboral de los adultos mayores y las brechas de cobertura existentes en los sistemas de pensiones. Algunos autores han encontrado una relación negativa entre la participación laboral de los trabajadores mayores y el porcentaje de personas mayores que reciben pensión en América Latina.
Adicionalmente, los bajos ingresos que reciben las personas al momento de jubilarse también retrasan la edad de retiro, haciendo que busquen empleo para complementar sus ingresos. La alta participación laboral a edades avanzadas facilitaría la aceptación social de una política de expansión del periodo laboral. Sin embargo, el alto nivel de empleo informal entre las personas mayores implica que este tipo de medidas podrían ser menos eficaces, pues los trabajadores informales no contribuyen al sistema de pensiones. En 2021, cerca del 80% de trabajadores mayores de 65 años tenía un trabajo informal, cifra significativamente superior al 60% que se observa en la población menor a 65 años. Esto apunta a un problema complejo que requiere de una perspectiva coordinada entre políticas pensionales, laborales y de envejecimiento.
Las mayores expectativas de vida, junto a la creciente participación de los adultos mayores en el mercado laboral, imponen desafíos de política pública sobre los sistemas de pensiones. En América Latina y el Caribe, las personas que cumplen 65 años pueden esperar vivir otros 18,7 años, de los cuales 13,9 serán de buena salud. Esta situación impone desafíos en términos de redefinir los incentivos de los sistemas de pensiones para la mantención de los adultos mayores en el mercado laboral formal. Uno de ellos está determinado por la edad legal para acceder a una pensión, la cual es una variable determinante en la decisión de jubilarse. Así, para muchos países de la región, la determinación de edades fijas de retiro le puede restar libertad a los trabajadores para seguir en el mercado laboral formal después de su edad de jubilación.
Hay una amplia experiencia en países de la OCDE de reformas orientadas a incentivar a las personas mayores a continuar trabajando después de alcanzar la edad de retiro. Nueva Zelanda eliminó la edad de jubilación obligatoria, dejando a elección de cada persona el momento para abandonar el mercado de trabajo. Por su parte, Países Bajos eliminó los incentivos para la jubilación temprana y la jubilación obligatoria y aumentó los incentivos tributarios para la capacitación focalizada en adultos mayores. En Reino Unido, se les paga a los trabajadores mayores por reintegrarse al mercado laboral después de haber estado desempleados.
Tasas de interés y rendimientos:
Las tasas de interés han estado cayendo durante varias décadas. Las expectativas de rentabilidad de portafolios diversificados también se han ajustado a la baja. Ambas tendencias hacen más difícil lograr buenas pensiones. El consenso es que las tasas se mantendrán bajas con relación a sus niveles históricos debido principalmente a que la caída se debe a tendencias persistentes como el envejecimiento de la población y otras que, si bien podrían revertirse, sería aventurado realizar una predicción, como el desenvolvimiento de la productividad. Incluso las previsiones más agresivas siguen situando las tasas de interés en niveles bajos para los estándares de las décadas anteriores. Además, la perspectiva de mayor gasto en inversión durante la transición energética como respuesta al cambio climático podría ser un factor atenuante.
El ambiente de tasas bajas relativo a sus niveles históricos y menores rendimientos esperados genera presiones en los sistemas de pensiones. Para el mismo nivel esperado de pensión, menores rendimientos requieren mayor ahorro en un contexto en el que generar mayor ahorro (obligatorio o voluntario) es en sí un gran reto por la informalidad y los bajos ingresos en la región. Adicionalmente, la caída de las tasas nominales (reales) de interés tiene implicaciones directas en el precio de las garantías nominales (reales) de pensión.
Los regímenes de inversiones de los componentes de capitalización individual en la región han evolucionado gradualmente hacia mejores oportunidades de diversificación, perfeccionando el balance de activos de renta fija y variable y expandiendo el universo de clases de activo permitidas hacia los llamados “activos alternativos”. Sin embargo, actualmente la proporción promedio de deuda gubernamental en los portafolios sigue bordeando el 50%, cifra no muy diferente a lo observado una década atrás. Esta cifra resulta aún más significativa en sistemas de reparto gestionados por institutos de seguridad social, donde la progresiva dependencia del sistema de pensiones para financiar el déficit fiscal generalmente se ha traducido en un creciente porcentaje de los activos invertidos en instrumentos de emisores públicos, llegando a representar en algunos casos más del 95%.
La diversificación de las inversiones se encuentra condicionada por límites estatutarios por clase de activos, solvencia y ubicación geográfica, entre los más destacados. Dichos límites reducen las posibilidades de generación de rendimientos. El sesgo país del régimen de inversiones en la mayor parte de los sistemas de pensiones de la región es notable. En algunos países de la región, se observa la adopción gradual de un marco de supervisión basada en riesgos y el establecimiento de un default basado en una estructura de asignación estratégica de activos de ciclo de vida, en la que el contenido de las inversiones en renta variable disminuye conforme se acerca la edad de retiro. Estos desarrollos son consistentes con la teoría y práctica internacional, especialmente en los fondos generacionales introducidos en México en 2020. Sin embargo, el principal reto de los regímenes de pensiones continúa siendo la alineación de intereses entre la actuación de los fondos de pensiones y sus afiliados en torno al objetivo de pensión en el largo plazo.
En algunos países la estructura regulatoria y de incentivos contribuye a las inversiones en el corto plazo. El concepto general es que un fondo de pensiones que reporte una tasa de rendimiento inferior a una banda establecida por el regulador en torno a la tasa de rendimiento media del sistema en el pasado reciente, tiene la obligación de cubrir el déficit con sus propias reservas obligatorias.
En conclusión, la región muestra avances graduales en materia de inversiones, pero las posibilidades de diversificación siguen siendo limitadas. Persiste una estructura regulatoria y de incentivos que no favorece la vocación de largo plazo de los fondos de pensiones, y es necesario profundizar en la adecuación de la estructura de asignación estratégica de activos para alinear incentivos con el objetivo pensional de los afiliados. La función de inversiones se puede beneficiar de una ampliación de las oportunidades de diversificación en el extranjero y la inclusión de activos alternativos. Sin embargo, el reto más importante es expandir las oportunidades en materia de la función de inversiones más allá de la diversificación. Incluso una cartera bien diversificada puede sufrir graves pérdidas en condiciones adversas del mercado financiero. El riesgo sistemático no puede diversificarse: una gestión adecuada de riesgos sistemáticos requiere que la diversificación esté acompañada de herramientas de cobertura. Alternativamente o de forma complementaria, los sistemas de pensiones pueden compartir los riesgos sistemáticos mediante mecanismos de ajuste paramétrico automático o componentes de capitalización colectiva destinados a ese fin
Arturo Rangel Bojorges Mendoza
Consejero Suplente ante el H. Consejo Técnico del IMSS.
Información obtenida del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 2023.